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Hermanas Carmelitas Teresas de San José


Visita virtual

La pandemia no ha sido un obstáculo para conocer la labor de acogida y acompañamiento que realizan nuestras Hermanas en la comunidad de Costa de Marfil, en el continente africano, animando dos proyectos misioneros: El Orphelinat Betania, en Abidjan, con la acogida de niñas huérfanas y la Ècole Mère Agathe, en Grand Bassam, ofreciendo una educación integral a los niños y adolescentes.

A través de una videoconferencia, desde muchos lugares nos conectamos el 30 de enero para visualizar la labor de esa presencia misionera. ¡Fue una bella iniciativa de la comisión de Obras, Presencias y Fronteras! Y todas disfrutamos de los videos que tan hermosamente prepararon.

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FRATERNIDADES CARMELITANAS RENUEVAN PROMESAS EN SANTO DOMINGO

Para mí es muy difícil expresar en pocas palabras todas mis vivencias dentro de la Fraternidad Sinaí, donde al pasar de los años adquirí una experiencia profunda de Dios y mi deseo de seguirle.

Es por esto que, con el corazón palpitante por la emoción y sin vacilar, di gracias a mi creador por darme la oportunidad, nuevamente, de expresarle mi amor a través de la renovación de La Promesa.

Esa Promesa que hicimos el pasado 18/10/2020, es la experiencia más emotiva y gratificante que puede vivirse, cuando mis hermanas fraternas y yo, sellamos ese pacto, un compromiso de amor hecho libre y voluntariamente ante Dios y la Congregación de Hermanas Carmelitas Teresas de San José.

Hoy, culminado feliz y exitosamente este proyecto de formación-acción, estoy lista para iniciar mi octavo año de recorrido, dando gracias a Dios y pidiéndole me ayude a perseverar en la fe y cumplir con amor y responsabilidad el querer de Dios en mi vida.

Gracias, Señor, por tanto amor y por sostenerme en esta subida hacia la cumbre!!

Sra. Maritza Arias, miembro de la Fraternidad Carmelitana Sinaí de Santo Domingo.

 

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Siempre he creído que para continuar o hacer una obra para Cristo, no importa la edad ni el tiempo. Esta Fraternidad aumentó, una vez más, mi fe y crecimiento espiritual.

Cuando inicié el camino de las Fraternidades Carmelitanas, tenía dudas, mi esposo estaba enfermo y creía que, al dejarlo en su lecho, sentiría tristeza, pero tenía un compromiso con Dios y tenía que seguir adelante.

Al finalizar los siete años de formación y firmar de nuevo la promesa, les pido que oren mucho por mí para continuar la obra del carisma que me señala mi promesa, quiero ser valiente y decidida.

Gracias a ustedes por su iniciativa. Les comparto que cuando recibí mi certificado (diploma simbólico que me entregaron el día que renovamos las promesas, el 18 de octubre, en la jornada del Domund), en ese momento me sentía como una adolescente porque mi corazón latía de emoción, como si fuera una quinceañera.

Agradezco mi formación a las Hermanas Carmelitas Teresas de San José, a Santa Teresa de Jesús y a las dos Teresas, Teresa Toda y Teresa Guasch.

Con cariño y agradecimiento, Sra. Tania Méndez, miembro de la Fraternidad Carmelitana Monte Carmelo de Santo Domingo.

 

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ENTRE ESCOMBROS, DOS ROSAS BLANCAS

ENTRE ESCOMBROS, DOS ROSAS BLANCAS.

Jesús hablaba del Reino con parábolas. Jesús enseñaba a partir de las cosas sencillas: del pájaro que vuela libre y del lirio del campo. El Señor, nos sigue hablado a través de los acontecimientos, de lo que nos rodea, de los elementos de la naturaleza.
Y hoy, Dios nos habla en la sencillez de dos rosas blancas.
En marzo nos sorprendió la pandemia. Las noticias nos alarmaron con una palabra: CORONAVIRUS o COVID 19. Angustia, miedo, esperanza. A algunos de nuestros familiares y de nuestras Hermanas les tocó sufrir, incluso algunos murieron. Nos preocupaban nuestras Hermanas mayores de la Casa Madre. Llegó el verano y respiramos. Qué dicha. En la casa Madre de Barcelona no ha entrado el virus. Al hacerles las pruebas nadie dio positivo. En nuestra oración diaria hemos tenido y seguimos teniendo una intención especial por las personas que padecen los estragos de esta enfermedad.
El 18 de octubre, recibimos un comunicado en el que nuestra Superiora General, Hermana Mª Rosa Bernardo, nos alertaba de que la Hermana Ángeles Pérez había dado positivo. Todas las demás han de permanecer cada una en su habitación. Al día siguiente, tres Hermanas más están contagiadas. Día a día nos siguen informando que van sumándose las Hermanas de la casa Madre que dan positivo. Casi todas. Nosotras, como las demás Hermanas estamos expectantes, con la confianza de que nos envíen un informe médico esperanzador.
Nuestras Hermanas, que tan bien cuidadas han estado y que ellas mismas han tomado precauciones para no contagiarse, que ya habían superado la primera ola de pandemia y confinamiento… ¡están muy enfermas!
El dolor y la impotencia nos entristecen. Las cifras que oímos diariamente en las noticias cambian de golpe en nuestra cabeza y en nuestro corazón. Son nuestras hermanas.
Todas las comunidades nos unimos en comunión de oración en estos momentos delicados y duros que estamos viviendo. Encomendamos al Señor a nuestras Hermanas por intercesión de las Madres Fundadoras… Intensificamos nuestra oración. Mensajes de ánimo y esperanza. Pareciera que el Señor no nos oye.
El día 24 de octubre nos informan que la Hermana Lucía Huerta está ingresada. El 25 ella me manda un mensaje: “Estoy en el hospital de San Pau con neumonía como consecuencia del Covid 19. Un abrazo”. Le contesto brevemente pero ya no lo abre. El 30 nos dan la triste noticia de su fallecimiento.
Cada día más Hermanas necesitan ser hospitalizadas. A los dos días nos comunican la muerte de Hermana Consolación Arroyo; dos días más, y el Señor llama a la Hermana mayor de nuestra Congregación: la Hermana Martina Juan, a punto de cumplir sus cien años. El 4 de noviembre es la Hermana Isabel Seller quien nos deja para volar a la casa del Padre. Y hoy, día 12, despedimos a nuestra Hermana Digna Barreda que se une a las demás Hermanas en el cielo para alabar al Señor.
¡Señor, escúchanos. Señor, óyenos!
Sí. El Señor nos escucha, aunque posiblemente no siempre sabemos interpretar su respuesta, porque sus caminos no son nuestros caminos.
Pero… el 5 de noviembre en la nuestra antigua residencia San José de Sabadell, donde actualmente se está construyendo la ampliación del colegio Jesús Salvador… a Paco, un trabajador de la obra, le llama la atención ver dos rosas blancas entre hierros y escombros. Es noviembre. ¡Quién lo diría!
Desde hace unos dos años, está descuidado el pequeño jardín que con tanto esmero cuidaban las Hermanas de aquella comunidad y que después, con añoranza, la Hermana Ángeles Ayala seguía yendo a regar. Entre otras plantas, había un rosal que ahora está malezas y escombros de la obra. Y, donde en apariencia no hay vida, florecen dos hermosas rosas blancas – una con el tallo más largo que la otra – que intentan buscar la luz por entre los hierros de lo que fue una ventana.
El arquitecto, Javier Barba, que anda por allí, se sorprende, las mira y las corta con mucho cuidado. Dice que despedían un gran perfume. Son días en que las Hermanas de Barcelona y toda la Congregación estamos muy tristes. Nos apenan las enfermas y sentimos dolor por las que nos dejan. Sin dudarlo las lleva a la casa Madre y las colocan junto a la tumba de cada una de nuestras Madres Teresa Toda y Teresa Guasch.
Nos lo cuenta y quedamos sin palabras. Javier, bien conocido por muchas Hermanas, devoto de nuestras Venerables Madres Fundadoras, y nosotras lo interpretamos como algo más profundo que un simple fruto de la casualidad. Es todo un símbolo. Un sacramento. En medio del dolor y sufrimiento que estamos viviendo en nuestro mundo y en nuestra Congregación, sentimos en nuestro corazón un brote de esperanza: la presencia de nuestras Teresas en la belleza de esas dos rosas blancas. Nuestras Madres Fundadoras, Teresa Toda y Teresa Guasch, velan por nosotras. Están aquí. Sigamos invocándolas con fe y confianza.
¿Será, tal vez, que hemos de aprender a leer la realidad desde la bondad de Dios y confiar más en su Divina Providencia?
Magdalena Manzanal Serna, ctsj.

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ESPERANZA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Estamos viviendo a todo nivel una verdadera situación de crisis, dolor, miedo, ansiedad, incertidumbre, desolación, desesperanza… y al mismo tiempo, esperanza, solidaridad, compasión, ternura, cercanía, misericordia, confianza en el Señor… La pandemia se presenta como una crisis de salud, pero tiene tanta fuerza que ha sido capaz de cambiar nuestras costumbres, ha transformado el mundo, y puesto en evidencia una fuerte crisis económica, social, e incluso existencial. Esta crisis, por un lado, pone de manifiesto el egoísmo, la explotación sistemática, se antepone el lucro por encima de las personas y se acentúa más y más la desigualdad social. Sin embargo, ante nosotros se presenta hoy un gran desafío, trabajar por un cambio transformador y coherente con el Evangelio. Solidarizarnos con los oprimidos y marginados, defendiendo por encima de todo sus derechos y la dignidad de la persona y de nuestro planeta.

Escuchamos las noticias o hablamos con personas de nuestro entorno y nuestra conversación habitual gira en torno a lo mismo, parece que hemos dejado asfixiar involuntariamente nuestras acostumbradas conversaciones y se han sustituido por, “más de lo mismo”, ¿será que los medios nos están manipulando y no nos darnos cuenta?

Aún nos estamos sacudiendo de los embates de la primera oleada del virus, con amenazas de rebrotes por doquier y entrando en la segunda oleada que de nuevo nos azota con su furia. Además, la situación que provoca la COVID-19 se va complicando con la existencia de otros virus, como los que generan los catarros comunes o la gripe, lo mismo que de otras enfermedades que siempre hemos padecido y que hoy siguen latentes, pero se silencian y nuestra gente continúa sufriendo las consecuencias.

En el mundo la situación es cada vez más preocupante, con países muy poblados donde la epidemia se hace difícil de controlar. La duda que existe, es si sucesivas oleadas podrán ser contenidas sin la necesidad de repetir el confinamiento masivo de meses anteriores, una experiencia que, sin duda, nos está marcado a todos.

Cuarentenas, cierre de fronteras, cierre perimetral de ciudades, confinamientos, distanciamientos de unos con otros, mascarillas, gel…, circunstancias que nos obligan a replantearnos muchas cosas, como, por ejemplo, los miles de personas que están perdiendo su trabajo y la posibilidad de seguir viviendo como en justicia se merecen. ¿Será que esto nos compromete a redescubrir nuevas formas de acercamiento?, quizá a caer en la cuenta de que seguimos siendo hermanos y que tenemos un Padre común que nos cuida y que vela por todos.

El confinamiento nos está afectando tanto, que ahora mismo hay personas que están sufriendo una situación complicada y difícil, algo que los psicólogos llaman, “el síndrome de la cabaña”: ya se puede salir a la calle, pero con cierta reserva y miedo, mucha gente se ve paralizada por la incertidumbre; sin embargo no faltan personas atrevidas que ignoran o niegan lo que está sucediendo y quieren romper todos los esquemas y normas establecidas por las autoridades; esto nos invita a pensar y ver el lado positivo de todo lo que estamos viviendo, de tal manera que la situación nos lleve a redescubrir mejor cuáles son nuestras verdaderas necesidades y valorar mucho más como verdaderamente se merecen, a tantos trabajadores de sectores esenciales que han estado en primera línea en todo momento.

Esta crisis que hoy nos toca vivir, nos va cambiando demasiado a todos los niveles, y si bien es cierto que de toda crisis puede surgir una oportunidad, también es verdad que hay que tener la firme voluntad de querer aprovecharla. Si la experiencia nos dice que de pasadas crisis hemos salido, ahora también es posible salir, pero siempre confiando en la Providencia de Dios y en la fuerza solidaria que empuja al ser humano a acercarse al otro para caminar juntos y siempre hacia adelante, con paso firme y seguro, construyendo una nueva y sana sociedad, a pesar del tremendo impacto que está sufriendo la economía nacional y mundial, sabiendo que el virus COVID-19, no conoce fronteras ni estatus social, por esa razón y más que nunca, necesitamos vivir la solidaridad y el firme apoyo de unos con otros. No obstante, podemos decir que el amor se propagó más rápidamente que el mismo virus, porque desde el primer momento, hubo quienes que se implicaron para colaborar y ayudar a los más vulnerables y personas de alto riesgo protegiéndolos de esta amenaza tan terrible.

Esta experiencia, hoy nos lleva a nosotras a vivir con mayor intensidad y fuerza, la dimensión de la misericordia configurándonos cada día más con el estilo de vida de Jesús, acercándonos a la doctrina social de la Iglesia y desde nuestra espiritualidad carismática de acuerdo a la vivencia de nuestras Teresas.

Ante esta dura situación que hoy late con fuerza en nuestra sociedad, nos unimos al Papa Francisco cuando nos dice que “la fe en Cristo nos lleva a ser hombres de esperanza y no de desesperación, de la vida y no de la muerte”.

Hna. María Soledad Martín Martín, ctsj

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MENSAJE DE LA SUPERIORA GENERAL

Queridas Hermanas y Hermanos de la Familia “Carmelitas Teresas de San José»
El Señor nos asista con su luz y nos envíe el Espíritu de fortaleza en este momento de prueba que estamos viviendo mundialmente y que a nosotras nos está afectando fuertemente como Congregación.
Estamos ante un tsunami, una tormenta devastadora, ocasionada por un virus microscópico que ha penetrado sigilosamente en este mundo y en las personas, en las comunidades, en los países, causando mucho dolor, impotencia. En nosotras, se inició en Salamanca en la casa Hogar (España) y en la Rep. Dominicana por La Romana, enseguida en el Carmelo y la Residencia San José y ha seguido con gran fuerza, en la Casa Madre, donde últimamente parece que está disminuyendo.
Durante este tiempo de pandemia todas nos estamos sintiendo muy abrumadas por la inestabilidad e incertidumbre que nos ha creado. Nos hemos acompañado y hemos comprendido la situación que han vivido y viven nuestras Hermanas, muy similar a la de tantos hombres y mujeres que están padeciendo de manera directa los contagios y los efectos de la Covid. Esta experiencia nos toca en carne propia en nuestra familia, en Hermanas y familiares que están enfermos y en los que han fallecido.

En estos momentos sobran las palabras porque la realidad nos está gritando y todas hemos visto y sentido la desoladora situación que nos envuelve. A pesar de esta dolorosa realidad que no podemos ignorar, compartiré algunos de los ecos que brotan en mi interior.
Quizá ha venido a nuestra mente la tempestad inesperada en el mar de Galilea y habrá brotado de nuestros corazones a una sola voz el grito: “¡Señor, sálvanos que perecemos”! Nos ha hecho sentir que estábamos insertas en la misma realidad que viven tantos hombres y mujeres de nuestra sociedad, todos igualmente frágiles y angustiados, todos necesitados de fortaleza y consuelo.
También sentimos la necesidad de la unión de todas, de orar juntas por las Hermanas y de solidarizarnos con todos los que están viviendo situaciones semejantes, pidiendo a Dios que nos salve.
Hemos caído en la cuenta de que el momento de dolor tan particular que vivimos con la partida a destiempo de nuestras Hermanas, nos une al que vive la humanidad. Ya no lo sabemos de oídas, nosotras lo estamos experimentando.
Hermanas, a pesar de este dolor quiero invitarlas a que reflexionemos y a compartir la importancia de conectar con lo esencial de nuestra vida. Que es Dios quien nos sostiene, fortalece y acompaña.
Para nosotras, que vivimos en comunidad y llamadas a dar testimonio de comunión, este tiempo es oportuno para acortar distancias, abrirnos al diálogo, romper silencios que impida conocernos, querernos, valorarnos, discernir juntas, compartir experiencias de Dios, celebrar la Eucaristía donde Jesús se parte y se comparte por toda la humanidad.
Esa presencia de Dios, presente en cada una y en la comunidad, nos capacita para alentar a otros, a los destinatarios de nuestra misión, a nuestras familias, a nuestros vecinos…
Este tiempo puede ser una oportunidad para despojarnos de todo aquello que es superficial en nuestras vidas y nos impide alcanzar la verdadera felicidad.

No podemos desmayar, Hermanas, aunque nos embarga el dolor por el padecimiento y muerte de nuestras Hermanas; por la fe sabemos que ellas disfrutan de una nueva vida; pidamos al Señor la gracia de comprender que el fruto estaba maduro, que ellas interceden por nosotras para que vivamos como “mujeres con una fuerte experiencia de Dios.”
Recordemos con gratitud a nuestras Hermanas, aprendamos de su fidelidad a la voluntad de Dios, su vida entregada hasta el final en el silencio, en la soledad y, en este momento, en el anonadamiento que fue total.
En oración profunda, unámonos a María para que interceda ante su Hijo, por las Hermanas que están hospitalizadas, luchando por sobrevivir a esta pandemia que tan duramente las está tratando y puedan recuperar la salud y regresar pronto a casa.
Quiero agradecer sinceramente a la comunidad de la Casa Madre por el ánimo y coraje con el que están haciendo frente a este gran desafío que le ha ocasionado la Covid-19, cada una desde sus posibilidades, unas en su habitación sin moverse, otras, en la medida que iban mejorando, colaborando en el cuidado de las demás. Mi agradecimiento, a las tres Hermanas de esa comunidad, que habiendo dado negativo, supieron mantener el confinamiento, orando y acompañado desde el silencio a las demás en el transcurso de esas semanas de aislamiento. Mi reconocimiento a las Hermanas que pudieron acompañar o visitar a las Hermanas en su momento final. El fuerte vínculo congregacional que se siente ante este hecho, nos ha mantenido unidas ante el dolor compartido.
Me uno a la invitación del Papa Francisco: Seamos optimistas, hay un antídoto para el miedo, la ESPERANZA que nos guiará, a través de estos tiempos difíciles. Tengamos fe en que este virus pasará. Apoyemos a los que están profundamente afectados ya sea física, emocional y espiritualmente. Creemos de todo corazón que seremos capaces de perseverar y salir más fuertes que nunca. “Respondamos a esta pandemia del virus con la universalidad de la oración, de la compasión, de la ternura. Permanezcamos unidas”. Crezcamos en comunión, construyamos la fraternidad universal y abracemos este cuerpo herido de la Iglesia para luchar contra COVID 19.
Que el Señor nos envíe su Espíritu de sabiduría y entendimiento para que sepamos vivir estos momentos de prueba, con la confianza puesta en Él que no nos abandona.
“Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”.En comunión fraterna, unidas a todas nuestras Hermanas.
Hna. María Rosa Bernardo LlamazaresSuperiora General

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EXPERIENCIA DE NUESTRA PRIMERA PROFESIÓN RELIGIOSA

En el marco de los 60 años de presencia congregacional en Colombia y Chile nosotras Ingrith Dayana Rivas Arciniegas y Enedina Mercedes Navarrete Henríquez, el día 16 de Julio dedicado a la maternal advocación de Nuestra Señora del monte Carmelo, en la capilla del Noviciado San José en Medellín, emitimos nuestra primera profesión religiosa en nuestra Congregación de Hermanas Carmelitas Teresas de San José.

Con el espíritu sediento de Cristo dijimos: “Señor dame de esa agua para que no tenga más sed” (Jn 4, 5) y le pedimos la gracias de permanecer unidas a Él, que nos dice: “El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto” (Jn 15,5).

Nos sentimos muy alegres de que nuestras Hermanas de Congregación nos pudieran acompañar desde las distintas partes del mundo donde hacemos presencia, fortaleciendo nuestro sentido de comunión y fraternidad congregacional, que nuestros familiares y amigos más cercanos tuvieran la oportunidad de acompañarnos virtualmente en la emisión pública de nuestros primeros votos de castidad, pobreza y obediencia. La celebración fue presidida por el Padre Fernando Zapata y concelebrada por los Padres José Jesús Tabares Suaza, OAR y Carlos Eduardo Cataño.

En nuestro corazón hay un canto de alegría, por la gracia que Jesús nos ha permitido vivir al consagrarnos a Él, colocando en sus manos nuestra pequeñez para que con su gran misericordia siga haciendo grandes maravillas en nuestra vida consagrada. Somos conscientes de que llevamos este don en vasijas de barro, realidad que nos anima a seguir disponiendo nuestro corazón a la ternura del amor de Dios en nuestra vida.

Damos gracias al Señor porque nos llama a experimentar su amor a través del reconocimiento de sus pasos en nuestra historia de salvación y hoy nos sigue llamando a comprometernos, con una confianza plena, como el niño en brazos de su Padre.

También le agradecemos por el deseo de fidelidad y perseverancia que deposita en nuestros corazones, para ser signo visible de su presencia salvadora en la cotidianidad de la vida, convirtiéndonos en testimonio de esperanza y misericordia para el mundo de hoy.

¡Gracias Señor por tanto amor derramado en nuestros corazones!Hermanas Ingrith Dayana Rivas Arciniegas ctsj
Y Enedina Navarrete Henríquez ctsj

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ASAMBLEA DEMARCACIONAL PARA LA SUSPENSIÓN DE LA DEMARCACIÓN Y SUPRESIÓN DEL GOBIERNO PROVINCIAL. REPúBLICA DOMINICA, PUERTO RICO Y CUBA.

«A VINO NUEVO, ODRES NUEVOS»Queridas Hermanas, con gozo, les compartimos la experiencia vivida en la Asamblea de la Demarcación.Durante los días del 10 al 12 de julio del 2020, las Hermanas presentes en República Dominicana, Puerto Rico y Cuba, nos reunimos en Asamblea, de modo virtual, acompañadas y conducidas por las Hermanas del Gobierno General, para llevar a cabo la suspensión de la demarcación y supresión del Gobierno Provincial.

Esta experiencia la iniciamos con una jornada de retiro, vivido desde el silencio y la acogida reflexiva. El tema del retiro:A la luz del Espíritu vamos haciendo camino, nos fue disponiendo para vivir el encuentro y acoger con mirada atenta y agradecida el paso de Dios a través de nuestra historia congregacional en nuestra demarcación.
Estos días estuvieron marcados por un ambiente de sencillez, agradecimiento y humildad. Cada día fue iniciado con un espacio orante dirigido por las Hermanas del Gobierno General y vivido con gran profundidad. En esta asamblea pudimos ir profundizando y agradeciendo la vida entregada por nuestras Hermanas durante estos 71 años de presencia en República Dominica.

El día 11 iniciamos con el momento orante seguido de las palabras de saludo de nuestra Superiora General, Hna. María Rosa Bernardo llamazares.

Con un corazón dispuesto a acoger el regalo Dios, manifestado en la experiencia vivida y compartida a través de estos años de entrega incondicional, escuchamos el camino andado como historia de salvación. Se hizo por medio de la presentación de las Memorias de la Provincia Nuestra Señora de la Altagracia, en este trienio 2017-2020, realizada por nuestras Hermanas Rhina Josefina Ybert, Superiora Provincial, Norma Celeste Matar, consejera Provincial y María del Carmen Fernández, presidenta de Ministerios; de igual manera, la Memoria Económica del trienio 2017-2019, presentado por la Hna. Mayra de León Batista, ecónoma Provincial. Luego de escuchar todo lo recogido y vivido, acogimos con agradecimiento la experiencia compartida. Concluimos este espacio confiándonos en las manos de nuestro Dios, por la intercesión de nuestra Madre la Virgen del Carmen.

El día 12, luego del momento orante, escuchamos las palabras de agradecimiento de la Hna. Rhina Josefina Ybert, Superiora Provincial. Palabras movidas desde un corazón agradecido y lleno de mucha emoción, entre nostalgia, gratitud y esperanza fue señalando a las Hermanas que fueron parte de la historia de nuestra Demarcación durante estos años de andadura, y que han acompañado y animado la demarcación, también expresó agradecimiento a los distinto equipos de animación y servicios y nos invitó a seguir confiando en el querer de Dios y su llamado.

Luego escuchamos de voz de la Hna. Juana Dolores Mañón, secretaria general, la lectura del Decreto de Suspensión de la Demarcación y Supresión del Gobierno Provincial. Acto seguido expresamos algunos sentimientos que se movían desde nuestro interior, sentimientos de miedos, incertidumbre, nostalgia. Todo lo entregamos a nuestro Dios confiadas “como un niño que se abandona en manos de su madre”.

Continuando con el desarrollo de la agenda, las Hermanas del Gobierno General nos explicaron el manual de funciones en la Nueva Forma de Organizarnos y las distintas comisiones, tareas y responsabilidades que conlleva este nuevo estilo.
Terminamos esta Asamblea agradeciendo y confiando toda esta experiencia en manos de nuestro Dios y pidiendo la poderosa intercesión de María, bajo el título del Carmen, que nos siga guiando y acompañando para mantener una actitud de apertura ante los retos del momento actual y que ella nos conduzca para mantener el corazón abierto y disponible a la voluntad de Dios.

Stephanie Marie Santiago Pizarro, ctsj

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ASAMBLEA DE LA DELEGACIÓN “NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE”

De los días 6 al 8 de julio, vivimos en México, la Asamblea de la Delegación Nuestra Señora de Guadalupe, convocadas por Hna. María Rosa Bernardo Llamazares, Superiora General. Se llevó a cabo de manera virtual.

Esta nueva modalidad virtual, se da por causa de la pandemia que todos estamos viviendo.

El día 6 de julio, de acuerdo con el calendario enviado con anterioridad, vivimos nuestro día de retiro en cada una de las comunidades. La pauta del retiro nos adentró a pedir al Espíritu Santo que condujera nuestro caminar como Congregación, y nos alentó a seguir dejándonos conducir por Dios con toda confianza, cultivando el asombro de lo nuevo y manteniendo un ambiente de continua conversión, para que nuestra vida consagrada continúe dando respuesta a los clamores de nuestros hermanos en las realidad actual. En resumen, como lo expresa el evangelista San Marcos “A vino nuevo, odres nuevos”, dejarnos atrapar por la novedad del Evangelio.

El martes 7 de julio, en punto de las 9:00 horas (México) se inició la Asamblea, de manera virtual. Participamos las Hermanas del Gobierno General, Ecónoma General y todas las Hermanas que conformamos la Delegación. La Hna. María Rosa Bernardo Llamazares, Superiora General, dirigió unas palabras de bienvenida y nos motivó a vivir este proceso en clave de fe y desde la apertura para acoger lo nuevo que el Señor nos ofrece en este proceso de revitalización y reestructuración, con sus palabras alentadora y sugerentes, iniciamos la Asamblea. Proseguimos con un espacio de oración, una invitación a recibir el vino nuevo que el Señor nos ofrece y después tuvimos un espacio para la presentación de la Memoria del Trienio 2017-2020, preparada por las Hermanas del Gobierno Delegado; cada Hermana fue presentando el área de su competencia. Después de leída la memoria, se dio espacio a todas las Hermanas para expresar o puntualizar lo referente a la memoria, acontinuación la Hna. María Rosa Bernardo agradeció a las Hermanas que han conformado el Gobierno Delegado durante este trienio su entrega generosa en este servicio. Por último, se nos invitó a agradecer al Señor nuestro encuentro con una oración final para ese día.

El miércoles 8 de julio a la misma hora del día anterior, reiniciamos nuestra Asamblea. Después del saludo entre todas, iniciamos con un espacio orante que nos invitaba a dejarnos sorprender por la novedad de la Palabra de Dios en nuestras vidas.

Seguido de esto, se nos recordó, que el XXVII Capitulo General, optó por una nueva forma de organizarnos con un Gobierno Único; por lo que, la Hna. Juana Dolores Mañón Quiñones, Secretaria General, dio lectura al Decreto de suspensión de la Delegación “Nuestra Señora de Guadalupe” y supresión del gobierno delegado; con bastante asombro y sentimientos encontrados, pues esto supone el cierre de una etapa del caminar de la Congregación en nuestro país. Posteriormente se nos invitó a expresar de manera libre nuestro sentir, algunas Hermanas tomaron la palabra y agradecían a Dios y a todas las Hnas. que han sido parte de este proyecto en nuestra tierra, la manera de vivir y expresar el Carisma congregacional por cerca de 30 años como Delegación. Hubo recuerdos, agradecimientos y esperanzas, con la certeza de que Dios hizo camino con nosotras en esta etapa y lo seguirá haciendo en el futuro.

Continuamos nuestra Asamblea, y las Hermanas del Gobierno General, nos presentaron de una manera ágil y sintetizada, el Manual de Funciones que regirá nuestra nueva manera de organización en la Congregación. Se expresaron algunas dudas en relación con los archivos locales, y con la debida aclaración, se nos dijo que las comunidades continúan como hasta ahora, en espera de una reorganización.

Para concluir nuestra Asamblea, se nos invitó a orar y agradecer al Señor por su amor fiel en cada Carmelita Teresa de San José y ofrecerle el camino recorrido como Delegación. Terminamos con el Himno a la Virgen de Guadalupe sugerido por la hermana Lucia Castrillo Mardones.

Agradecemos a cada Hna. del Gobierno General su cercanía y disponibilidad constante al acompañarnos en esta nueva etapa que vivimos como Congregación. Hna. Patricia Gómez Ruiz, ctsj.

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13° CONSEJO GENERAL AMPLIADO

Reinventado nuevas formas de encontrarnos, ajustando lo programado a las circunstancias actuales a las que nos está conduciendo la pandemia del coronavirus, fue celebrado el 13 Consejo General Ampliado en modalidad virtual.
A través de la sala virtual de gotomeeting nos dimos cita durante la semana del 3 al 10 de mayo, convocadas por nuestra Superiora General, la Hna. María Rosa Bernardo Llamazares.
Todas puntualmente abríamos nuestra ventana, sintonizábamos el audio y el micrófono, y con el plan de trabajo y los materiales, previamente enviados desde la secretaría general, desarrollamos el trabajo que nos habíamos propuesto.
En la Congregación, estamos en un tiempo especialmente importante en el proceso de reestructuración de nuestras presencias, comunidades y obras, y este fue el tema que nos ocupó la mayor parte del tiempo en los intercambios, exposiciones y diálogos virtuales.
El día 8, nos regalamos la oportunidad de encontrarnos virtualmente con nuestras Hermanas de la comunidad de Macomía, quienes están viviendo una experiencia muy dura por los ataques de los presuntos yihadistas,que en estos últimos meses se han encrudecido, y que le obligaron a salir de la misión desde el pasado 27 de marzo, siendo acogidas por una comunidad de Hijas de Jesús en Metoro. Tuvimos la oportunidad de saludarlas y compartir un momento con ellas, expresándoles nuestra comunión y gratitud por la entereza y valentía con la que enfrentan este momento de dificultad.
También en una de las sesiones nos encontramos con las secretarias y ecónomas de las demarcaciones, con la finalidad de compartirles algunos puntos relacionados con el área de su competencia.
Fue una experiencia de comunión congregacional, de buscar juntas, de continuar el camino oteando nuevos horizontes para el futuro de nuestras comunidades, obras y presencias misioneras.
Seguimos caminando con la confianza puesta en Dios, que hace nueva todas las cosas y nos concede la creatividad para descubrir su presencia escondida, aún en tiempos de pandemia.
Hna. Dania Margarita Rodríguez Zorrilla, ctsj

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