Desde este espacio común, quiero hacerles participes de la alegría inmensa y el agradecimiento a tantas personas que se han unido a la celebración de mis bodas de oro de vida consagrada..Desde el día anterior a la celebración, estuve en ambiente de retiro. Fue un día para agradecer y escuchar al Señor desde el interior. Hacer un balance de estos 50 años de vida religiosa, es hacer un balance de toda la vida y comprender que Dios ha estado presente en ella con su gran fidelidad, con su gran amor, junto con todas las personas que me han ayudado a vivir y en los lugares a los que he sido destinada. ¡TODO ES DON, TODO ES GRACIA!Fue el 15 de agosto de 1962 cuando hice mi primera profesión para seguir a Cristo diciéndole:»HE AQUÍ, SEÑOR, PARA HACER TU VOLUNTAD». En estos 50 años he vivido feliz como religiosa, lo que no excluye que a través de los años, haya pasado por situaciones con altas y bajas, pero procurando siempre permanecer en la búsqueda de cumplir la voluntad de Dios.Al llegar felizmente a esta celebración de mis 50 años de vida religiosa quiero expresar: Primeramente a Dios Padre, Dador de todo bien, mi profunda gratitud por la llamada que me hizo hace tantos años, para que como los primeros apóstoles, dejara todo y le siguiera sin condiciones. Mi gratitud por su fidelidad en la cual se ha apoyado siempre la mía, bien sea en los días de sol, como en las noches oscuras. Mi reconocimiento agradecido hacia todas las personas que por diferentes circunstancias he encontrado en tantos lugares donde he trabajado: en Azua, en tres ocasiones; en La Romana, Puerto Rico, La Torre, San Juan de la Maguana y en la Casa Provincial donde resido actualmente. Todos han sabido ser para mi evangelio viviente, seres creyentes que me han testimoniado un Dios compasivo y misericordioso.El centro de la fiesta fue la celebración de la Eucaristía, presidida por Monseñor José Dolores Grullón Estrella, Obispo de la diócesis de San Juan de la Maguana. La capilla estaba vestida de gala. No faltaba un detalle. Los participantes: hermanas, primos, amigos, con los que me une una amistad muy grande, querían escuchar una vez más, que estoy dispuesta a seguir, con entusiasmo y alegría, entregando mi vida al servicio del reino, como lo hizo Jesús de Nazaret.Toda la ceremonia estuvo llena de sabor familiar. Después de la Eucaristía nos fuimos a compartir una rica cena, donde seguimos viviendo la alegría de la entrega y el regalo de la vocación religiosa.Doy gracias a la Congregación que me aceptó con tanto amor, cariño y ternura. ¡¡GRACIAS!!Doy gracias a mis padres que me dieron la vida y ya gozan de la presencia de Dios. Les pido mucha oración para seguir siendo fiel en mi vida consagrada y que Maria siga siendo mi Madre, Maestra y Amiga.
Hna. Dione Mañón Martínez, ctsj