En este día de San Antonio María Claret, compartimos estas palabras ofrecidas por el Papa Francisco a los Claretianos participantes en su XXV CG, las tres palabras que les dedica a ellos, pueden ser un referente para todo discípulo y discípula de Jesús.»Buenos días y muchas gracias. He preparado un discurso en castellano, que mons. Ganwein les va después a dejar. Pero, yo prefiero decir lo que me venga. Como es en castellano
Tuve un mal pensamiento cuando hablaba el General, dice cuando leyó Evangelii Gaudium, tuve una gran alegría. Y yo pensé en la librería de Buenos Aires que me
. (risas) ¡que me editaba todos los libros!
A los claretianos se los encuentra por todos lados. Tengo que reconocer que sea en el campo de la teología, el antiguo General, teólogo de la vida religiosa, derecho canónico. Realmente entre los mejores canonistas acá en Roma están ustedes. Trabajo silencioso, santo varón que pasó toda su vida en la congregación de religiosos y en el archivo, y nos daba un ejemplo ahí de vida y en la misión (palabra incomprensible) ¿No? Si a mí se me ocurriera decirles tres palabras pensando en los que los conozco. Además Dios me bendijo teniendo amistad con alguno de ustedes, no. Y
te robé uno para Bariloche, que es un amigo mío (risas). Pero, y yo les diría tres palabras que les pueden servir, ¿no? Adorar, caminar y acompañar. Adorar: nosotros en el mundo de la eficiencia hemos perdido el sentido de la adoración. Incluso en la oración, no es cierto, rezamos, alabamos al Señor, pedimos, agradecemos. Pero la adoración, ese estar delante del único Dios, de aquello que es lo único que no tiene precio, que no se negocia, que no se cambia
Y todo lo que está fuera de Él es imitación de cartón, es ídolo. Adorar. En esta etapa hagan un esfuerzo por crecer en este modo de oración: la adoración. Adoren, adoren a Dios. Es una carencia de la Iglesia en este momento por falta de pedagogía, ese sentido de la adoración que vemos en los primeros capítulos de la Biblia, no, adorar al único Dios. No tendrás, acuérdate Israel, no tendrás otro Dios más que el único y adorar, a Él sólo adorarás, ¿no?
Ese perder tiempo sin pedir, sin agradecer, incluso sin alabar, solamente adorar, con el alma postrada. No sé por qué siento decirles esto pero siento que se los debo decir, me sale de adentro.
Caminar. Dios no puede adorarse a sí mismo, pero Dios quiso caminar, no quiso estar quieto. Desde el primer momento caminó con su pueblo. Aquello de Moisés tan lindo. Acordate, pensá, ¿Qué pueblo tuvo un Dios tan cercano que camino junto a vos? Caminar. Y caminar es abrir fronteras, salir, abrir puertas, buscar caminos. Caminar. No estar sentados. No instalarse, en el mal sentido de la palabra. Es verdad que hay que organizar cosas, que hay trabajos que exigen estarse quietos pero con el alma, el corazón y la cabeza, caminar, buscar. Ir a las fronteras, a las fronteras de todo tipo, incluso las del pensamiento. Los intelectuales de ustedes ir a las fronteras, abrir caminos. Buscar. O sea: no quietos. Porque el que está quieto, el que no se mueve se corrompe. Como el agua: el agua estancada se corrompe enseguida. En vez, el agua del río que corre no se corrompe. Caminar como caminó Dios, que se hizo compañero del camino, ¿no? Y nos puede ayudar ver en la Biblia como el Señor acompañó a su pueblo, incluso haciéndose cargo de los pecados y perdonando y peor. Acompañar. Es decir, caminar. Caminar con ese deseo de llegar algún día a contemplarlo a Él y no como desgraciadamente suele pasar pasa en todas partes, pero gente que más bien viene a asegurar su vida, o a un instituto o a quedarse quieto, a que no le falte nada, no
Caminar, caminar.
El tercero, acompañar. O sea, no caminar solo, ¿no? Porque es medio aburrido, sino acompañar al pueblo porque Dios caminó acompañando, ¿no? Y me viene tan lindo eso de Jesús cuando se hizo el tonto con los que se escapaban de Jerusalén a Emaús, ¿no? Se les puso al lado y acompañó, acompañó todo un proceso, hasta que ese corazón frío se volvió a calentar y ardía el corazón, y se dieron cuenta. Acompañar los momentos de alegría, acompañar la felicidad de los matrimonios, de las familias. Acompañar los momentos duros, los momentos de cruz, los momentos de pecado. Jesús no le tenía miedo a los pecadores, los buscaba. Los van a criticar: uy, éste es demasiado avanzado, éste es imprudente, éste es esto. Acompañar. Acompañar a la gente, acompañar tantos deseos que el Señor siembra en el corazón, dejarlos que crezcan bien ¿no?
Entonces, me vino decirles esto. Adorar, caminar y acompañar. Entonces, si les sirve, ¡adelante¡ Se los dejo en sus manos, eh. Y como María es la Madre que los cuida, los invito a rezar juntos un Ave María.
Los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
¿Vieron qué bueno que fui, que nos les hice recordar que el fundador había sido jesuita?»Tomado de: http://es.radiovaticana.va/news/2015/09/11/adorar,_caminar_y_acompa