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Hermanas Carmelitas Teresas de San José


MENSAJE POR LA PAZ DEL PAPA FRANCISCO (2020)

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
53 JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

1 DE ENERO DE 2020

LA PAZ COMO CAMINO DE ESPERANZA:
DIÁLOGO, RECONCILIACIÓN Y CONVERSIÓN ECOLÓGICA
1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas
La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»[1]. En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables.

Nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles. Naciones enteras se afanan también por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos.

Las terribles pruebas de los conflictos civiles e internacionales, a menudo agravados por la violencia sin piedad, marcan durante mucho tiempo el cuerpo y el alma de la humanidad. En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana.

Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo. La guerra se nutre de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto.

Es paradójico, como señalé durante el reciente viaje a Japón, que «nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo. La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana»[2].

Cualquier situación de amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue en la propia condición. La desconfianza y el miedo aumentan la fragilidad de las relaciones y el riesgo de violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz. En este sentido, incluso la disuasión nuclear no puede crear más que una seguridad ilusoria.

Por lo tanto, no podemos pretender que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación, en un equilibrio altamente inestable, suspendido al borde del abismo nuclear y encerrado dentro de los muros de la indiferencia, en el que se toman decisiones socioeconómicas, que abren el camino a los dramas del descarte del hombre y de la creación, en lugar de protegerse los unos a los otros[3]. Entonces, ¿cómo construir un camino de paz y reconocimiento mutuo? ¿Cómo romper la lógica morbosa de la amenaza y el miedo? ¿Cómo acabar con la dinámica de desconfianza que prevalece actualmente?

Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto.
2. La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad

Los Hibakusha, los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, se encuentran entre quienes mantienen hoy viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días. Su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción: «No podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno»[4].

Como ellos, muchos ofrecen en todo el mundo a las generaciones futuras el servicio esencial de la memoria, que debe mantenerse no sólo para evitar cometer nuevamente los mismos errores o para que no se vuelvan a proponer los esquemas ilusorios del pasado, sino también para que esta, fruto de la experiencia, constituya la raíz y sugiera el camino para las decisiones de paz presentes y futuras.

La memoria es, aún más, el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades.

Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades.

El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente»[5], un camino que hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden crecer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano.

Por tanto, el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza. En un Estado de derecho, la democracia puede ser un paradigma significativo de este proceso, si se basa en la justicia y en el compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado, en la búsqueda continua de la verdad[6]. Es una construcción social y una tarea en progreso, en la que cada uno contribuye responsablemente a todos los niveles de la comunidad local, nacional y mundial.

Como resaltaba san Pablo VI: «La doble aspiración hacia la igualdad y la participación trata de promover un tipo de sociedad democrática. […] Esto indica la importancia de la educación para la vida en sociedad, donde, además de la información sobre los derechos de cada uno, sea recordado su necesario correlativo: el reconocimiento de los deberes de cada uno de cara a los demás; el sentido y la práctica del deber están mutuamente condicionados por el dominio de sí, la aceptación de las responsabilidades y de los límites puestos al ejercicio de la libertad de la persona individual o del grupo»[7].

Por el contrario, la brecha entre los miembros de una sociedad, el aumento de las desigualdades sociales y la negativa a utilizar las herramientas para el desarrollo humano integral ponen en peligro la búsqueda del bien común. En cambio, el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa.

En nuestra experiencia cristiana, recordamos constantemente a Cristo, quien dio su vida por nuestra reconciliación (cf. Rm 5,6-11). La Iglesia participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas.

3. La paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna
La Biblia, de una manera particular a través de la palabra de los profetas, llama a las conciencias y a los pueblos a la alianza de Dios con la humanidad. Se trata de abandonar el deseo de dominar a los demás y aprender a verse como personas, como hijos de Dios, como hermanos. Nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él. Sólo eligiendo el camino del respeto será posible romper la espiral de venganza y emprender el camino de la esperanza.

Nos guía el pasaje del Evangelio que muestra el siguiente diálogo entre Pedro y Jesús: «“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”» (Mt 18,21-22). Este camino de reconciliación nos llama a encontrar en lo más profundo de nuestros corazones la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos como hermanos y hermanas. Aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz.

Lo que afirmamos de la paz en el ámbito social vale también en lo político y económico, puesto que la cuestión de la paz impregna todas las dimensiones de la vida comunitaria: nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo. Como escribió hace diez años Benedicto XVI en la Carta encíclica Caritas in veritate: «La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión» (n. 39).
4. La paz, camino de conversión ecológica
«Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar»[8].

Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica.

El reciente Sínodo sobre la Amazonia nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas.

Este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común. De hecho, los recursos naturales, las numerosas formas de vida y la tierra misma se nos confían para ser “cultivadas y preservadas” (cf. Gn 2,15) también para las generaciones futuras, con la participación responsable y activa de cada uno. Además, necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor.

De aquí surgen, en particular, motivaciones profundas y una nueva forma de vivir en la casa común, de encontrarse unos con otros desde la propia diversidad, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de incrementar el bien común de toda la familia humana.

Por lo tanto, la conversión ecológica a la que apelamos nos lleva a tener una nueva mirada sobre la vida, considerando la generosidad del Creador que nos dio la tierra y que nos recuerda la alegre sobriedad de compartir. Esta conversión debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida. Para el cristiano, esta pide «dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea»[9].
5. Se alcanza tanto como se espera [10]

El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera.

En primer lugar, se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable.

El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Por lo tanto, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24). La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial.

Para los discípulos de Cristo, este camino está sostenido también por el sacramento de la Reconciliación, que el Señor nos dejó para la remisión de los pecados de los bautizados. Este sacramento de la Iglesia, que renueva a las personas y a las comunidades, nos llama a mantener la mirada en Jesús, que ha reconciliado «todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,20); y nos pide que depongamos cualquier violencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones, tanto hacia nuestro prójimo como hacia la creación.

La gracia de Dios Padre se da como amor sin condiciones. Habiendo recibido su perdón, en Cristo, podemos ponernos en camino para ofrecerlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Día tras día, el Espíritu Santo nos sugiere actitudes y palabras para que nos convirtamos en artesanos de la justicia y la paz.

Que el Dios de la paz nos bendiga y venga en nuestra ayuda.

Que María, Madre del Príncipe de la paz y Madre de todos los pueblos de la tierra, nos acompañe y nos sostenga en el camino de la reconciliación, paso a paso.

Y que cada persona que venga a este mundo pueda conocer una existencia de paz y desarrollar plenamente la promesa de amor y vida que lleva consigo.

Vaticano, 8 de diciembre de 2019

Francisco

[1] Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 1.

[2] Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki, Parque del epicentro de la bomba atómica, 24 noviembre 2019.

[3] Cf. Homilía en Lampedusa, 8 julio 2013.

[4] Encuentro por la paz, Hiroshima, Memorial de la Paz, 24 noviembre 2019.

[5] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 78.

[6] Cf. Benedicto XVI, Discurso a los dirigentes de las asociaciones cristianas de trabajadores italianos, 27 enero 2006.

[7] Carta. ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 24.

[8] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 200.

[9] Ibíd., 217.

[10] Cf. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, II, 21, 8.

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PASó A LA CASA DEL PADRE HNA. ÁGUEDA FELICIDAD ÁLVAREZ ÁLVAREZ

Esta mañana, 26 de diciembre de 2019, siendo las 9:48 horas, falleció en Barcelona, Casa Madre, nuestra Hermana Águeda Felicidad Álvarez Álvarez, a los 71 años de vida y 51 de vida religiosa. Nació el 5 de febrero de 1948 en Jabares de los Oteros-León.

Fue enviada en misión a los siguiente lugares:

Colegio El Carme – Lérida (1968)
Colegio San José Santurce (1970 y 1983)
Colegio El Carmen Teresiano – Bogotá (1972)
Colegio El Carmen Teresiano – Cúcuta (1974)
Colegio San José Santurce (1978)
Colegio Santa Teresa España (1979 y 1996)
Colegio El Carmelo Teresiano (1986 y 2005)
Colegio El Carme – Lérida (1996)
Colegio Jesús Salvador (1999)
Comunidad Veguellina De Órbigo (2002)
Residencia Teresa Guasch – Burgos (2009)
El 28 noviembre de 2018 fue trasladada a la Casa Madre para recibir los cuidados necesarios que su estado de salud requería.El Señor la ha llamado a su presencia para ser acogida en sus brazos con amor eterno.

Está siendo velada en la Casa Madre, en Barcelona, y la eucaristía se celebrará mañana 27 de diciembre a las 11 horas, seguidamente será el entierro.
Nos unimos en oración agradeciendo la vida consagrada de nuestra Hermana Águeda, rogamos por su eterno descanso y presentamos con gratitud a nuestras Hermanas de la Casa Madre que la acompañaron durante este último año y a las Hermanas de la Comunidad de Burgos donde residió por nueve años. Acompañamos a sus familiares y pedimos para ellos espíritu de consuelo y fortaleza.Hna. Juana Dolores Mañón QuiñonesSecretaria General

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II ENCUENTRO NACIONAL DE LA FRATERNIDAD CARMELITANA EN ESPAÑA

El pasado sábado 30 de noviembre hemos celebrado en Madrid el II Encuentro Nacional de la Fraternidad Carmelitana de España.

La anfitriona, la comunidad fraterna Violetas del Carmelo, nos recibió como ellos saben hacerlo: con alegría, calor y un extraordinario desayuno. Tras el primer saludo e identificación de todos los participantes nos desplazamos a la Capilla del Colegio del Carmelo Teresiano, donde se celebró el Encuentro, para hacer la oración inicial, muy bien preparada por la Fraternidad Sicar, de Santa Marta de Tormes. A continuación, volvimos al magnífico salón de usos múltiples, que por cierto, está recientemente construido y que nosotros estrenábamos.

La Hermana María Lourdes, quien nos convocó y coordinó el Encuentro, presentó a las Hermanas Dania y Juana Dolores (Taty) del nuevo Gobierno General, que nos acompañaron en todo el Encuentro y también, a Albert y Miriam, dos miembros del equipo de pastoral de Lleida que vinieron a conocernos y, quizás, despertarles el deseo de formar una nueva comunidad allí.

Todas las fraternidades fueron testimoniando su itinerario y sus realidades, Anawin (Lepe), Sicar (Santa Marta de Tormes), Violetas del Carmelo (Madrid) y Misericordia (Reus). Descubrimos que cada fraternidad tiene diferente personalidad, pero todas tienen el mismo Carisma que es el de nuestras Venerables Madres Fundadoras. Que todas tienen sus cimientos en Jesús, que es nuestra roca. Que todas están en el camino de formación y oración personal y comunitaria y de compromiso de servicio con los que nos rodean. La Fraternidad es comunión de fraternidades que buscan vivir y testimoniar la fe con el Carisma recibido por nuestras Madres Fundadoras, en misión compartida, para extender y consolidar el Reino y como revitalizadores de la Iglesia.

Tras una rica mañana de trabajo, hicimos una pausa para comer y compartir, y de nuevo volvimos “al tajo” con unas dinámicas que nos hicieron reflexionar sobre la realidad de que somos misión, somos enviados, es necesario ponernos en marcha: todos somos imprescindibles para consolidar el Reino, en cordada es más fácil llegar a la cumbre, estamos llamados a vivir y transmitir el Carisma de nuestras Madres y todos, los diferentes caminos eclesiales o carismas, nos necesitamos.

Se propuso ir rotando el lugar de celebración del Encuentro, dejar más tiempo de sobremesa y más espacios de reflexión en pequeños grupos.

Se concluyó el Encuentro con una oración en la capilla, ante el Santísimo, y un envío con la entrega de la luz: “Recibe la luz de Cristo y llévala a los que te rodean”.

Nos despedimos y partimos hacía nuestros lugares de residencia. Tarragona, Salamanca, Madrid, Lleida y Huelva, dando gracias a Dios por el regalo de esta jornada y con el corazón desbordante de ilusión, alegría y pasión para vivir el anuncio con gozo y trasmitírselo a los demás. Una experiencia muy positiva y todos convencidos de que se ha fortalecido nuestra cordada.

Manuel Ponce Ortiz
Fraternidad Carmelitana Anawin
Lepe

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RESONANCIAS ENCUENTRO COORDINADORES DE LAS FRATERNIDADES CARMELITANAS DE COLOMBIA

Los días 16 y 17 noviembre del presente año 2019, nos reunimos el Equipo Base, los Coordinadores locales y las Hermanas Asesoras de las Fraternidades Carmelitanas de Colombia, 12 en total, en Bogotá-Casa Provincial, resultando un encuentro reconfortante a nivel personal y grupal. Dirigieron el encuentro Hna. María Jesús Melón, Encargada Nacional; Adriana De Francisco, Coordinadora Nacional y Xiomara Ramírez, Administradora Nacional de las Fraternidades Carmelitanas.

La reunión tuvo un doble objetivo:

Orar juntos participando del retiro de inicio.
Evaluar y programar el ritmo de las Fraternidades Carmelitanas de Colombia.

Al retiro espiritual con el tema: Bautizados y enviados, destinamos la mañana del 16. Lo vivido en él afirmó mi compromiso bautismal, y a su vez mi misión como creyente católica. Lo enmarqué con una frase que me llegó profundamente: «Encanto de la palabra del otro». No sabemos escuchar, nos creemos saber todo, y la reflexioné con esta otra frase: «Tu palabra siempre será nueva, vivida y aprendida». Y concluí que todo puede ser nuevo y mejor si hay escucha y fe verdadera.

Considero el retiro muy enriquecedor y reconfortante. Siento cada vez más la importancia que tiene en mi vida la espiritualidad de la Congregación de las Hermanas Carmelitas Teresas de San José.

Excelente la exposición-motivación de la Hna. Marcela Sierra y excelente el compartir orante de cada uno de los que allí estábamos.

Al retiro le siguió la elaboración de la memoria conjunta anual, la memoria de cada Fraternidad Carmelitana, y la programación para el próximo año. Todo un esfuerzo reflexivo y participativo en aras de la comunión y el reencanto por ser miembros de las diferentes fraternidades.

Las actividades propuestas se desarrollaron de una forma amena y participativa. Vivimos momentos emotivos, con oraciones cargadas de sentimientos, al igual que los mensajes recibidos de varios fraternos, enriqueciendo así los lazos de comunión entre todos.

Tanto en la evaluación como en la programación conjunta, experimenté la importancia de asistir a este tipo de reuniones, pues somos nosotros mismos quienes enriquecemos el proyecto con propuestas nuevas, ayudando al crecimiento formativo como fraternos carmelitanos, desde el proyecto: «Que todos sean uno».

Viví momentos muy enriquecedores a través del desarrollo de la reunión. Aclaré las dudas que tenía como coordinadora de la Fraternidad Israel, y retomé aquellos elementos compartidos que podrían servirme para animar a cada uno de sus integrantes. Tomé mayor conciencia de la importancia de hacer cordada, de permanecer y hacer las cosas bien.

Vuelvo a afirmar que el encuentro fue bien trabajado y compartido. Me ayudó a renovarme, a seguir haciendo mi misión en la fraternidad y en mi entorno con ánimo y compromiso.

Me siento una fraterna carmelitana haciendo parte del crecimiento y fortalecimiento de las Fraternidades Carmelitanas de las Hermanas Carmelitas Teresas de San José.

Dios bendiga la gran Familia de las Fraternidades Carmelitanas y nos fortalezca en este hermoso camino de fe. Mi oración con ustedes.

Claudia E. Restrepo Jiménez
Coordinadora Fraternidad Carmelitana Israel Medellín

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FALLECIMIENTO DE LA HNA. IRENE SUáREZ FERNáNDEZ

Esta mañana, 08 de noviembre, siendo las 7:30 de la mañana, en la Casa Madre, ha pasado a la Casa del Padre nuestra Hermana Irene Suárez Fernández, a los 87 años y a los 67 años de vida religiosa.

Nació en Alcoba de la Ribera-León. Hija de Isidro y de María.

Fue enviada en misión en las siguientes fechas y lugares: 01/08/1984 – COLEGIO EL CARME – Lérida 12/07/1972 – COLEGIO EL CARMELO TERESIANO 14/08/1968 – COLEGIO El Morell 11/07/1966 – COLEGIO EL CARME – Tarragona 25/08/1961 – COLEGIO SANTA TERESA – República Dominicana 02/08/1956 – COLEGIO Mª Cristina Fiall (S. Isidro) 09/08/1955 – COLEGIO JESUS SALVADOR 06/10/1952 – COLEGIO EL CARME – Tarragona.

El 08 de marzo de este año por su delicado estado de salud fue enviada por la Hna. María Rosa Bernardo Llamazares, Superiora General, a la CASA MADRE para que recibiera las atenciones necesarias, donde pasó estos últimos meses arropada por las Hermanas de la Comunidad.

En comunión de oraciones pedimos al Señor el descanso eterno para nuestra Hermana Irene, que Él le muestre su rostro de infinito amor y misericordia y de, a sus familiares, amigos y a todas nosotras CTSJ, espíritu de fortaleza y consuelo en este momento de duelo.

Agradecemos su vida entregada al servicio de Dios y de los hermanos como Hermana Carmelita Teresa de San José y el haber hecho crecer a Jesús en tantos niños, jóvenes y personas con la que tuvo a bien relacionarse.

Esta siendo velada en la Capilla de la Casa Madre, en Barcelona y el funeral será mañana, 9 de noviembre, a continuación el entierro en el cementerio Poble Nou.

Bendiciones para todas y un abrazo fraterno,

Hna. María del Socorro Henao Velásquez, ctsj
Secretaria General en funciones

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HNA. GLORIA UBIERNA DIEZ PASó A LA CASA DEL PADRE

Compartimos que pasó a la Casa del Padre nuestra Hermana Gloria Ubierna Diez a los 90 años y 70 años de vida religiosa.

Fue destinada a las comunidades de: Lérida, Veguellina de Órbigo, Sabadell, Mora de Ebro, Reus, Tarragona y Barcelona Casa Madre, donde vivió sus últimos 12 años. Toda su vida de Hermana Carmelita Teresa de San José se caracterizó por ser una mujer alegre y jovial al servicio de la misión.

Falleció hoy domingo 03 de noviembre de 2019, siendo las 3:30 horas, en Barcelona Casa Madre. Está siendo velada en la Capilla de la Casa Madre y mañana 04 de noviembre se celebrará la eucaristía a la 10:30, a continuación se llevará a cabo el entierro en el cementerio Poble Nou.

Oramos por el eterno descanso de nuestra Hna. Gloria y le pedimos a Dios que nos asista con su espíritu de fortaleza.

Hna. María del Socorro Henao Velásquez, ctsjSecretaria General en funciones

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VIII GRADUACIóN DE ESCOLINHA COMUNITARIA ESTRELINHAS MACOMIA, MOZAMBIQUE

Con gran alegría y con sentido de fiesta, celebramos el sábado 26 de octubre, la VIII Graduación de los alunmos/as de 5 años de nuestra Escuela Infantil “Estrelinhas” en la que 23 alunmos finalizaron una etapa de sus estudios, para inicar en la escuela primaria. También con este acto, finalizamos el año escolar para los cursos de 3 y 4 años.

Iniciamos este día de fiesta con canciones y juegos, preparado con mucho entusiasmo por los alumnos y los educadores, en la que los padres, tutores y representantes de la comunidad pudieron comprobar un poco de lo mucho que nuestros niños han aprendido durante este tiempo de estudio. También pudieron divertirse jugando y compartiendo con los niños.

Después de este espacio recreativo, pasamos al acto formal de graduación con las palabras de los representates de la comunidad, una educadora y la directora. Los niños recibieron con una gran sonrisa sus bandas de graduados, birretes y diploma de graduación. Vivieron con mucha seriedad y buena eduación este espacio tan importante para ellos y sus padres.

Con un bizcocho y el almuerzo terminamos de festejar este día, de alegría y encuentro.

Valoramos el gran esfuerzo realizado por los padres de los niños en este año para poder concluir el año escolar a pesar de los desastres vividos con el ciclón y también valoramos la ayuda recibida por la Fundación Teresa Toda para los alumnos con bolsas de estudios para llegar a final de esta etapa de sus estudios.
Hna. Socorro González González, ctsj

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CELEBRACIóN 50 AñOS DE VIDA RELIGIOSA PROVINCIA NUESTRA SEñORA DE LA ALTAGRACIA

“TE BASTA MI GRACIA, TU FUERZA SE REALIZA EN MI DEBILIDAD”

Con gran alegría y agradecimiento se celebraron los 50 años de vida consagrada de las Hermanas María Consuelo Ortíz Ortíz y Alondrina María Trinidad Díaz, el 12 de octubre del año en curso, con una eucaristía de acción de gracias cargada de detalles y gestos de vida, que adornaron el momento celebrativo. Este evento se realizó en la capilla de la Casa Provincial en Santo Domingo, allí aprovechamos la ocasión para dar gracias al Señor por los 70 años de vida religiosa de la Hna. Inés Peña Pérez, que también renueva la fidelidad de Dios en ella.

La celebración fue presidida por el sobrino de la Hna. María Consuelo, el P. Daniel Ortiz, Salesiano y le acompañó, como concelebrante, el P. André Dumas, msc.

En un ambiente de gozo, gratitud, muestras de cariño y fraternidad se desarrolló esta actividad, donde estuvieron presentes las hermanas de la demarcación en el país, los familiares, amigos y algunos miembros de las fraternidades carmelitanas, quienes acompañaron a las hermanas en tan significativa ceremonia.

Dicha celebración de la eucaristía contó con tres momentos importantes:

Celebrar la vida entregada y fiel de nuestras Hermanas, que cumplieron 50 y 70 años de vida religiosa.
La renovación de las promesas de dos miembros de las fraternidades del Monte Carmelo.
El envío misionero de la Hna. Dania Margarita Rodríguez, que ha sido elegida para ser miembro del Gobierno General de la Congregación en España.

Todo ello fue motivo para elevar al Padre Dios una acción de gracias, salida del corazón y expresada en las palabras que pronunciaron las Hermanas María Consuelo y Alondrina María al finalizar la celebración, como se describe a continuación:

“Doy gracias a Dios por el don de la vida, antes que naciera pensabas en mí.

A la Santísima Virgen que con su cuidado espiritual siempre está conmigo.

A mis padres por tanto amor que me dieron y porque fueron ellos los primeros que me enseñaron a rezar, que me enseñaron que Dios es un Padre bueno y Padre de todos.
Gracias a mis hermanos y demás familiares.

A mi Congregación de Hermanas Carmelitas Teresas de San José, que me acogió con mucho cariño, en la cual he pasado estos 50 años, a todas las comunidades y a todas las personas que con su ejemplo y oración han sido un apoyo en mí caminar.
50 años se dice muy pronto, pero es mucho lo vivido, a veces cayendo, otras levantándome, unas noches oscuras otras noches de luz. La vocación es un tesoro puesto en vasijas de barro que hay que cuidar con mucho amor. Gracias Señor por tanto bien recibido.” (Hna. María Consuelo Ortiz Ortiz)
“Te alabo y te doy gracias Señor por el regalo de mi vocación. Por tu compañía, fidelidad, ternura y amor.

Por la oportunidad de experimentar el amor infinito que me tienes, a través de tantas gracias recibidas de tu generosidad.

Agradezco con una oración, a mis padres Cirilo y Francisca, epd, por la vida y el apoyo que me dieron.

Gracias Señor, por tantas personas que me han acompañado en mi formación, en la misión, a lo largo de mi existencia. Gracias por salir siempre a mi encuentro en todos los momentos y circunstancias de mi vida. Gracias por la oportunidad de encontrarte en tantos rostros pequeños, en estos 50 años de servicio para extender tu Reino.

Gracias Jesús por regalarme a María, como modelo de fidelidad y entrega a tu querer. Gracias por ayudarme a seguir confiando en tu cercanía, mi Dios, que siempre estás dispuesto a caminar a mi lado. Gracias por acogerme en tus brazos, como tu hija amada y querida. Gracias por mi Congregación y por cada Carmelita Teresa de San José.” (Hna. Alondrina María Trinidad Diaz)

Hna. María Consuelo Ortiz OrtizHna. Alondrina María Trinidad Diaz

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