Siguiendo el ejemplo de nuestras Madres Fundadoras, el primer modelo inspirador de nuestra vida es Jesucristo en su entrega hasta el amor extremo y en su confianza filial al Abbá, al Dios Padre – Madre. El seguimiento a Cristo es un proceso y una tarea que dura toda la vida.
Nuestras Madres Fundadoras nos propusieron como modelos a María, Reina y Madre del Carmelo, a San José y a Santa Teresa de Jesús, porque ellos encarnaron en su vida y en su misión, los rasgos de las dos vertientes del misterio de Jesús que estamos llamadas a vivir las CTSJ.
María, nuestra primera y única Madre, la contemplativa y disponible; la sencilla y servidora; la mansa y pobre; la que cree y confía; la que se abandona hasta el final, nos enseña la total disponibilidad al Plan de Dios, la apertura al Espíritu, la confianza filial al Padre, aun experimentando el más completo abandono. Y aprendemos de ella, también, la total entrega a los hermanos como buenas madres, dando vida de manera especial a los más pequeños.
El amor entrañable a María bajo el título del Carmen es legado de nuestras Madres Fundadoras. María es para las Hermanas Carmelitas Teresas de San José, Madre, Reina y Señora, Maestra y Modelo de nuestro seguimiento a Jesús.
De Ella aprendemos:
San José, nuestro Padre y Protector. Hombre de fe que, ante el misterio de Cristo, se entregó en obediencia a la educación humana del Hijo de Dios, con amor y gratuidad. Aprendemos de su silencio y contemplación del misterio de Jesús, y por sus actitudes de acogida, aceptación, servicio y confianza plena en la Palabra, es modelo de nuestra oración, de nuestras relaciones fraternas y de nuestra misión: ayudar a crecer a Jesús en nosotras y en los demás.
Santa Teresa de Jesús es propuesta por nuestras Fundadoras como modelo de la oración-contemplación, que tiene a Dios como el Absoluto y que es vivida desde la humanidad de Cristo. Es modelo también para nuestras comunidades evangélicas con aire de familia, marianas, misioneras y con sentido eclesial. Teniendo por maestra a Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia, la oración de la Carmelita Teresa de San José se caracteriza por ser cristocéntrica, afectiva, dinámica, bíblica, eclesial y con proyección apostólica