Me escuché, escuché, lo escuché y fui escuchado
Retiro de Silencio un nombre bastante asustador para los jóvenes, al menos para mi lo fue. Una amiga, Soledad Bolumburu me contó su experiencia acerca del retiro y me convenció en acompañarla en la siguiente sesión. El silencio no es fácil para mi, soy bastante extrovertido, inquieto, y me gusta bastante hablar, por lo que la idea de ir al retiro de silencio era una idea aterradora. Pero fui, enfrenté uno de mis mayores temores. El silencio.
La primera sesión a la que asistí éramos apenas 4 jóvenes, al principio no fue fácil estar en silencio, me costó, pero lo logré, logré vencer mi temor, no solo fue un logro, también un aprendizaje. Aprendí a escucharme, a Escucharlo y a ser escuchado. Comprendí que el silencio no es tan terrible, ya que es un silencio de la boca hacia afuera, porque tu mente, tu cuerpo y tu alma no hacen silencio, los escuchas, te escuchas. Hablas contigo mismo, hablas con Él. Con Dios, el Señor. El silencio definitivamente es otro modo de comunicación con Él y nosotros mismos.
La segunda sesión fue distinta. Luego de contar mi experiencia frente a varios compañeros de colegio, logré, o más bien logramos con la Sole convencer a varios y de tan solo 4, luego 15 y finalmente pasamos a ser 30 jóvenes. Finalizada la segunda sesión varios jóvenes se acercaron y me dijeron que tenía razón, nadie dice que es fácil hacer silencio, pero una vez que se consigue es una sensación única y una oportunidad para descubrirse, para descubrirlo a Él y para descubrir a los otros.
Estoy profundamente agradecido de Soledad, de Hermana Sandra Flores y de todas las Hermanas de la Comunidad por darnos esta oportunidad y experiencia a los jóvenes. Recuerden que EL SILENCIO TAMBIÉN ES COMUNICACIÓN
Luis Kobel
Alumno del Colegio El Carmen Teresiano de Vitacura