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MI ALMA GLORIFICA AL SEñOR Y MI ESPíRITU SE ALEGRA EN DIOS MI SALVADOR

(Lc 1, 47)En este momento de gracia, de mi Profesión perpetua, hago mías las palabras de María al sentirse llamada para ser la Madre del Salvador. Como Ella, yo también me siento dichosa, pues el Dios de la Vida ha querido consagrarme para siempre, hacer una alianza de amor conmigo, para ser instrumento de su misericordia, cauce de su ternura, como Hermana Carmelita Teresa de San José.En los preparativos que mis hermanas y la Fraternidad Carmelitana de San Luis Potosí realizaron con anterioridad a este gran acontecimiento, con tanto cariño, y alegría, y sin descuidar ningún detalle, experimenté el amor incondicional de Dios. Fue muy significativo para mí que mis hermanas cantaran en mi profesión, y que lo hicieran de forma tan bella, ya que era mi deseo que ellas me acompañaran en la alabanza al Dios de la alianza, como un signo de lo que deseo que sea mi existencia.Me ha desbordado la gratuidad del Párroco y la comunidad de la Parroquia de la Anunciación, de San Luis Potosí, en la que se respiraba un ambiente de familia, de acogida, alegría y gratitud, que me ayudó a vivir este momento cumbre de mi vida con hondo sentido eclesial, sintiéndome parte de una Iglesia misionera, y en comunión con mis hermanas de Congregación. Experimenté su cercanía y su profunda unión conmigo en mi gozo inmenso de ser consagrada para Dios y para mis hermanos y hermanas a quienes soy enviada en misión, en sus detalles, su oración y sus manifestaciones de alegría y cariño.El que pudiera estar mi familia acompañándome en este momento tan decisivo en mi vida fue una hermosa oportunidad de hacerles partícipes de mi consagración al Señor, que me ha elegido y me mira con ternura y misericordia, y poder agradecer, también, todo el bien que Él me ha hecho, sintiéndonos una sola familia con mi familia religiosa, a la que pertenezco ya definitivamente y en la que quiero entregar toda mi vida y todo en mi vida, para ser transparencia de la Misericordia del PadreEl Padre Carlos Alejandro González Ibarra, Misionero del Espíritu Santo, y Vicario episcopal para la Vida Consagrada de San Luis Potosí, que presidió la Eucaristía, con su entrañable presencia y cercanía favoreció que pudiera vivir este momento con profundidad y unción, y la oración de quienes me acompañaron, me llenó de serenidad y de paz al ratificar públicamente mi opción definitiva por seguir a Jesús como Carmelita Teresa de San José, convencida de que sólo desde la oración y la fe puedo responder con fidelidad a la fidelidad de Dios en mi vida.Mi corazón, durante la celebración eucarística, oró constantemente al Señor, haciendo de este momento un «si» permanente, contemplando su rostro y saboreando su presencia. Me sentí íntimamente unida al corazón de Jesús y pasé por mi corazón muchos momentos y experiencias que han fortalecido mi vocación y rostros y nombres de hermanas que han sido mediación de Dios para que yo haya podido perseverar y llegar a este momento. Sé que el Señor no me abandona y que siempre encontraré en mi camino hermanas que me ayudarán a perseverar, y me nutrirán con su experiencia de fidelidad y entrega.Agradezco a cada Carmelita Teresa de San José por acogerme y ayudarme a vivir mi vocación, y a caminar con ellas para anunciar el Reino de Dios, siendo cauce y don de misericordia.
Hna. Margarita Muñiz Tobías, ctsj

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