El silencio de la lengua nos ayuda a hablarle a Dios. El de los ojos, a ver a Dios. Y el silencio del corazón, como el de la Virgen, a conservar todo en nuestro corazón. (Teresa de Calcuta).
El silencio es un don muy preciado, es por eso que el Equipo de Pastoral Vocacional de Chile, de las Hermanas Carmelitas Teresas de San José, ha querido preparar e invitar a jóvenes a participar de retiros de silencio en su comunidad del Hogar Teresa Toda en Chillán Viejo. Instancias de paz y encuentro con el Señor, en que podemos conectarnos desde lo más profundo del corazón y descubrir lo que Él nos quiere decir.
En una opinión muy personal, encontrar instancias de este tipo es muy grato y enriquecedor. No estoy acostumbrada al silencio, siempre tengo algo que hacer, incluso no concibo estudiar si no tengo el televisor encendido o la música puesta, creo que el ruido se ha vuelto algo natural en mí, es por eso que aprecio mucho poder tener estos encuentros, en que el silencio se nos da como un tesoro que nos ayuda a encontrarnos con Cristo de una manera más plena y transparente.
En Chillán ya se han realizado dos retiros, el primero el sábado 25 de junio y el segundo el 23 del presente mes. En el primer encuentro no sobrepasamos los 15 jóvenes. En esa oportunidad nos entregamos en la obscuridad al Señor para avanzar, luego nos hicimos alfareros y finalizamos con una oración y meditación personal como encuentro con el Señor. En nuestro segundo encuentro, me alegró mucho saber que somos cada vez más los jóvenes que tenemos la iniciativa de querer conectarnos con el Padre misericordioso, y nos reunimos veinte jóvenes a experimentar el despojo de todo por una mañana y dejar que Jesús actuara en nosotros. Aprender a escuchar, a estar descalzos y sin vista por un momento, para apreciar por medio de la audición muchas cosas que en la cotidianidad dejamos pasar de nosotros y de nuestro entorno. Luego practicamos el aprender a escucharnos entre nosotros sin interrupciones, lo que ayudó a conocernos mejor y formar, en un pequeño momento, un lazo fraterno. La jornada culminó con una adoración al Santísimo, en que entregamos a Dios todo lo que somos y tenemos, junto a una intención para que unidos a Él, podamos seguir adelante.
Como joven participante de estos encuentros, quisiera expresar mi agradecimiento sincero, a las Hermanas de la Congregación por su acogida fraterna, en especial a Hna. Sandra Flores, que es quien organiza esta actividad, por dedicar este tiempo tan valioso a los jóvenes, ya que son estas las instancias en que el Señor puede tocar nuestras almas y despertar vocaciones, ya sean a la vida consagrada o laicos comprometidos, en un mundo que necesita de ese compromiso con Cristo para mejorarlo.
Rosario Muñoz Navarrete
Chile