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“Sé A QUIéN ME HE ENTREGADO Y QUE MI VIDA ESTá EN BUENAS MANOS”

El 4 de mayo celebré mis Bodas de oro de Profesión Religiosa en la Comunidad de El Zulia, y en la Parroquia San Antonio de Padua, acompañada de algunas Hermanas Carmelitas Teresas de San José de la Provincia, de mi Familia, de las Fraternidades Carmelitanas Seder y Sarepta, de varios sacerdotes, amigos, profesores del colegio Marco Fidel Suarez y del pueblo zuliano. Todo un regalo de presencia y gratitud a tantos años de mi vida religiosa vividos en este pueblo.
Comparto, con cariño fraternal y con emoción, mi experiencia de estos 50 años de consagración en la Congregación de Hermanas Carmelitas Teresas de San José.
Parece que fue ayer cuando las cinco Marías: María Consuelo, María del Carmen, Juana María, María Ascensión y María Eulalia emitíamos nuestra Primera Profesión el 1 de mayo de 1969 en Barcelona, en manos de la Superiora General, Hna. María de la Paz Bonet y con otras compañeras que se fueron quedando en el camino.
Las cinco hermanas hemos estado en diferentes lugares, tareas y responsabilidades, pero con la misma meta: Seguir a Jesús desde lo que somos, aprendiendo de Él, al estilo de Teresa Toda y Teresa Guasch, en nombre de la Congregación. Resalto algunas actitudes de vida de mis compañeras de grupo: Hna. Consuelo desde la oración, su vida sencilla y siempre disponible a servir. Hna. Carmen, cuántas veces habrás sumado, restado, dividido, pero sobre todo multiplicado tu capacidad de servicio para estar siempre a punto. Hna. Ascensión, tu vida sencilla, silenciosa y entregada dan testimonio de tu seguimiento a Jesús. Hna. Eulalia, has podido plasmar en el arte todo lo que hay en tu corazón, siempre con un tinte social. Y yo, Hna. Juana, la educación siempre ha sido mi debilidad, acompañando a niños jóvenes y adultos. Por todo esto: ¡gracias Señor!
Celebrar 50 años de consagrada me invita a mirar el pasado y el presente con gratitud por lo recibido y vivido, pero sobre todo me invita a mirar el futuro con fe y con la certeza de sentirme en las manos de Dios, como nos dice Timoteo en su segunda carta 1,12: “Sé a quién me he entregado y que mi vida está en buenas manos”. Puedo afirmar que han sido 50 años solo de amor de parte del Señor que nos ha acompañado, perdonado y sostenido.
Y ¿qué significa para mí celebrar los 50 años en El Zulia? Un regalo más del Señor por poder estar con un número significativo de personas que me expresaron su cariño y cercanía de diferentes maneras. La gente sencilla que me conoce desde hace muchas décadas y que ha caminado conmigo en las buenas y en las malas. Gracias Pueblo de El Zulia por ser parte de mi vida y ayudarme a crecer humana, espiritual y laboralmente.
Me han acompañado en este tiempo: Mi familia como pilar de apoyo durante toda mi vida por quien me siento muy querida. Cada Carmelita Teresa de San José que desde que tenía 10 años, me acogieron, acompañaron, formaron, valoraron y aceptaron tal como soy. Cada hermana sin protagonismos inútiles me ha ido enseñando a buscar lo fundamental a “Jesús”
Gracias, hermanas, por estar ahí siempre.Termino con las palabras del Obispo Pedro Casaldáliga que compartí con la gente que me acompañó en la eucaristía: Al final me dirán: ¿Has amado? Y yo no diré nada, presentaré mis manos vacías y el corazón lleno de nombres.
Hna. Juana Calderón Rangel, ctsj

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